miércoles, 4 de noviembre de 2020

Origen de los números en español

 Hace poco un amigo, Carlos, y su hijo me preguntaron sobre el origen de números como quince. "¿Por qué no es diez y cinco? ¿Por qué es quinientos y no cinco cientos?". Diez y cinco y cinco cientos sería lo más regular y fácil para nuestra memoria, por supuesto; mis estudiantes extranjeros los dicen por error. Les aseguré a mi amigo y a su hijo que la respuesta la había revisado cuando estudiaba latín en la universidad; les prometí que lo buscaría y que se lo diría en cuanto lo hiciera. Aquí los resultados. 

Este tipo de cambios se pueden explicar con el romanceamiento de las palabras latinas. El romanceamiento es el proceso de cambios mediante el cual, al correr de los años, el latín se diversificó en varias lenguas, entre ellas el español. En este proceso, las palabras fueron transformándose, cambiando unos sonidos, perdiendo otros, agregando unas más. 

Pongamos por ejemplo undecim, pronunciado en latín /undechim/, que dio once en el español actual. Podemos imaginar que el original primero perdió la m y quedó en undeci; luego dejó en el camino la sílaba intermedia -de-, lo cual dio unci. Más tarde la u se transformó en o: onci, y finalmente, la -i final se convirtió en -e: once. Desde luego, en algún punto, la c cambió el sonido a como la pronunciamos ahora (como z en España y como s en América Latina). De este modo el romanceamiento de esta palabra sería: undecim>undeci>unci>onci>once

Veamos otros casos: 

Duodecim>duodeci>duoci>doci>doce

Tredecim>tredeci>treci>trece

Quattourdecim>quattourdeci>quattourci>quatorci>catorci>catorce

Quindecim>quindeci>quinci>quince

Quingentos (acusativo de quingenti)>quinientos

Ya se habrá dado cuenta, lector, lectora, que undecim y duodecim también son el origen de los ordinales undécimo y duodécimo

Unos días después, en una reunión, le expuse mis resultados a Carlos, quien mostró grata sorpresa. Digo solo a él porque su hijo en ese momento estaba divirtiéndose con otros chicos, entre ellos mi propio vástago. No le he preguntado si ya le comunicó todas estas sinuosidades de los números en español... Espero que sí. 


lunes, 3 de agosto de 2020

Vocabulario virulento

Escribo en este foro después de varios años. Ahora que estamos en estado de emergencia por el COVID-19, me parece un buen momento para revisar el origen y evolución de algunas palabras que a diario escuchamos en los medios de comunicación, en conversaciones cotidianas, que leemos en memes y que están relacionadas con este virus que nos ha mantenido en casa como nunca nada lo hacía desde hace mucho tiempo.


COVID-19 y la comodidad

Como hemos escuchado en las noticias, COVID-19 es la enfermedad infecciosa causada por el nuevo coronavirus descubierto a partir del brote en Wuhan, China. Se trata de un acrónimo de COronaVIrus Desease y se tomó el número por el año en que se detectó. La palabra inglesa desease (enfermedad, mal, afección) proviene del francés antiguo desaise, término formado por des-, prefijo que denota la inversión de significado, y aise, facilidad, comodidad, tranquilidad; así desaise quiere decir "falta de comodidad". Aise a su vez deriva del latín adjacere, "estar cerca" (en español este verbo dio adyacente). De este modo, si tienes a la mano o cerca algo que necesitas resulta muy cómodo y fácil. En inglés también existe ease, comodidad física, tranquilidad, y el adjetivo easy, fácil, tranquilo. 

Adicionalmente, hace unos meses se dio un debate entre si el acrónimo es masculino o femenino, si deberíamos decir "el COVID-19" o "la COVID-19". Yo lo he escuchado como femenino especialmente en los medios de comunicación. La Real Academia Española dio por zanjado el tema diciendo que, como en el caso de "el ébola" o "el zika" y por influjo del género de coronavirus, se usa normalmente en masculino, aunque el uso en femenino está justificado, puesto que desease en español, como ya lo vimos, se traduce como enfermedad. O sea, que se debería decir el COVID-19, pero tampoco está mal si dices la COVID-19. 

Por cierto, sí se debe escribir con mayúsculas y con un guion antes del número. COVID-19, por ser un acrónimo de reciente creación y aún no lexicalizado. Por norma, los acrónimos se escriben solo con mayúsculas: ONU, UNICEF, CIA. 


El virus y la pus

Originalmente significaba "veneno" o "ponzoña" y por mucho tiempo se usó con este significado y especialmente como equivalente de lo que hoy llamamos "pus", ese fluido espeso y amarillento que brota al pellizcar las heridas infectadas. Como se supo que esta pus transmitía la infección, si, por ejemplo, entra en contacto con una herida fresca, se introdujo la idea de que este líquido causaba dichas infecciones. A finales del siglo XIX un científico ruso, Dimitri Ivanovski, descubrió, al estudiar extractos de hojas de tabaco, que había agentes infecciosos más pequeños que las bacterias, descritas por Pasteur años antes, y pensó que se trataba de algún tipo de toxina liberada por las bacterias. Pero quien introdujo el término fue Martinus Beijerinck, quien encontró que en realidad se estaba identificando a un nuevo tipo de agente infeccioso al que llamó contagium vivum fluidum, "fluido contagioso viviente" o virus, convencido de que dicho agente tenía propiedades líquidas y que solo se podían reproducir, a diferencia de las bacterias, en tejido vivo. Luego, con la invención del microscopio electrónico, pudo verse a estos bichitos en los fluidos estudiados. Desde entonces, se han identificado más de 2000 especies de virus, entre los que destaca en la actualidad el coronavirus.


Epidemia, pandemia y la chusma

Una epidemia es una enfermedad que ataca a un gran número de personas o animales en un mismo lugar por un tiempo prolongado. Lo curioso es que en griego antiguo ἐπιδημία, epidemia, significaba "visita", "llegada" o "estancia", muchas veces para la visita de un médico a la casa del paciente. La palabra está compuesta por los vocablos ἐπι- ,epi-, sobre, y δῆμος, demos, pueblo, y significaba simplemente la "estancia en un pueblo". La palabra griega que significa enfermedad es en realidad νόσημα, nosema. Con el tiempo se acuñó la expresión ἐπιδημον νόσημα, epidemon nosema, que quiere decir "enfermedad (que llega o que nos visita)"

Pandemia, por su lado, tiene el prefijo παν-, pan- que significa todo o todos, como en panamericano (relativo a todos los países del continente americano) o panorama (todo lo que se ve) y tampoco estaba vinculada a las enfermedades. Simplemente significaba "sobre todos los pueblos", daba la idea de "mundial" o "universal". En "El banquete" Platón nos habla de la controversia que se tiene sobre los dos tipos de amor, regidos por dos Afroditas distintas, la Afrodita Celeste y la Afrodita Pandemia. Esta última representa al amor común, popular, que reina sobre la mayoría de las personas, aquel que da preferencia al cuerpo sobre el alma, que inspira más un acostón que pedir matrimonio: el amor pandémico. 


La cuarentena, la Biblia y el confinamiento

Cuarentena se refiere al aislamiento preventivo de personas o animales por razones sanitarias. Obviamente está formada por cuarenta y el sufijo -ena. Básicamente cuarentena es un grupo de cuarenta unidades, como docena es un grupo de doce. En la Edad Media se comenzó a usar este término cuando epidemias como la peste negra o el cólera azotaron Europa en el siglo XIV. Los médicos aislaban a los enfermos para evitar contagios. Sin embargo, la vinculación con el número cuarenta no es médica, sino religiosa. Resulta que el número cuarenta aparece en numerosos episodios de la Biblia: el número de años en que Moisés trabajó como pastor en Madián o los días en que él mismo permaneció en el Monte Sinaí antes de bajar con las Tablas de la Ley, además, los días en que Jesús pasó de ayuno en el desierto y fue tentado por el diablo. La Cuaresma es un periodo de cuarenta días de ayuno antes de la Semana Santa como preparación para la llegada del Señor; por eso se hacen los carnavales antes, para darle vuelo a la hilacha antes de reconciliarnos con Dios. 

Por otro lado, confinamiento es la reclusión de alguien, es este caso también para evitar el contagio. Proviene de confín, que es la línea que divide las ciudades, estados o países, del latín confinis: con-, junto a, cerca, y finis, fin, límite. Confinar, entonces, es poner a alguien dentro de ciertos límites. 
 

Contagio y contacto 

Para los romanos la palabra contagio, -onis, significa simplemente "contacto" en sus orígenes. Está compuesta de tres elementos: cum-, con- en nuestro idioma, que, como ya vimos, da la idea de junto, cerca; tango, tangere, tocar, palpar, y el sufijo de resultado -ius, -ioPoco a poco el vocablo fue adquiriendo connotaciones negativas. Tito Livio, historiador, habla de contagio pestilisfera, el contacto que hace que se produzca la peste. Otro historiador, Flavio Vegecio Renato usa la palabra contagiosus, ya con el significado que nosotros le damos a contagioso, es decir, transmisible por contacto con un animal o persona; persona o animal que lleva la enfermedad, o bien, que excita emociones similares, como en "risa contagiosa".


Fiebre y febrero

La temperatura alta, la calentura pues, también es síntoma de COVID-19. Febris es la palabra latina, pero su origen y evolución presentan caminos sinuosos; la mayoría de los lexicólogos lo atribuyen al verbo latino fovere, calentar, pero su transformación a febris no está clara. Otros afirman que posiblemente proviene de februa, lo cual, morfológicamente tiene más sentido, al menos para mí. Februa en latín son las fiestas de purificación, que se celebraban en lo que hoy es el mes de febrero; februarius mensis quiere decir literalmente "mes de la purificación o la expiación". Quizás los romanos vieron en la fiebre un medio de purificación mediante el sudor que producía, como lo vieron quienes bailaban la tanatela, una danza frenética, emparentada con la tarantela, para liberarse del veneno de la tarántula al sudar. 


La tos y la tunda
 
La tos es ese movimiento compulsivo y sonoro del aparato respiratorio mediante el cual se despeja la garganta de algún agente que la obstruye o la lastima, por eso nos da tos cuando se nos mete polvo a la garganta, lo cual mantiene los bronquios limpios. También se trata de un síntoma de algunas enfermedades, como el COVID-19. Tiene su origen en el latín tussis y las lenguas romances conservan sus derivados: toux en francés, tosse en italiano y portugués, tuse en rumano, tose en gallego. Se piensa que tussis es una voz onomatopéyica; eso quiere decir que se deriva del sonido que se hace al toser. El inglés cough (que se pronuncia más o menos kof) es más clara en ese sentido. Sin embargo, hay quien afirma que puede derivarse de tundere, golpear, que dio en español palabras como tunda, tundir, contusión o contundente


El cansancio y los navíos

También es un síntoma del COVID-19. La palabra proviene del latín campsare que a su vez es un préstamo del griego κάμψαι, kampsai, un término marítimo que significa"desviarse", "cambiar de trayectoria"; así, los barcos se desviaban para tomar un descanso.


El dolor y las "algias"

El dolor de cabeza y garganta son posibles signos de la infección por coronavirus. Tiene su origen también en el latín dolor, -oris que quería decir originalmente ser golpeado y, por metonimia, sufrir. Por metonimia quiero decir que se nombra al hecho por la causa, en este caso, "ser golpeado" es la causa de "sufrir". La palabra médica para el dolor de cabeza es "cefalea" que se originó en el griego κεφαλαία kefalaia, formada de los términos κεφαλή kefalé, cabeza, y el sufijo -αῖος, -aios, que indica relación, es decir, κεφαλαία solo significa "de la cabeza".  Existe otro término etimológicamente más explícito: cefalalgia, que contiene la raíz ἄλγος, algos, dolor. Para el Tumbaburros de la Real Academia no hay diferencia entre cefalea y cefalalgiaFinalmente en griego se tiene el término λαιμός , laimós, garganta, pero en español para el dolor de garganta no decimos "laimalgia", que tampoco habría quedado mal.


La diarrea, náusea y la Nao de China

Según la OMS, algunos pacientes de COVID-19 presentan síntomas gastrointestinales como la diarrea y las náuseas. La primera tiene un origen griego, διάρροια, diárroia, sustantivo abstracto del verbo διαρρεῖν, diarreín, sí, había un verbo específico en griego para "hacer diarrea". Se compone de  δια-, que significa "a través de", como en diámetro (medida a través de un círculo), y  y ῥεῖν, rein, fluir: "Fluir a través de..." sería el significado básico. Los griegos interpretaban διάρροια como "flujo del vientre".


Por otro lado,  ναυς, naus, es la palabra griega que significa "barco", "navío", de ahí la famosa NAO de China o astroNAUta. Se le agregó la terminación -ια, sufijo de relación, lo que dio ναυςíα, nausía, "de los barcos", y llegó a denominar esa sensación que se tiene antes de vomitar cuando uno se sube a un navío. Del griego pasó al latín como nausea, de la cual tomamos en español y le agregamos el acento en 1870. El mecanismo fisiológico de las náuseas, la salivación y sensación de que si deglutes vas a vomitar, es el mismo que se siente en las naves cuando uno se marea, cuando come algo echado a perder o en estos aciagos días, es posible que a uno le dé si contrae el COVID-19.  


En fin, estos son algunas palabras que en la actualidad están en boca de todos gracias a ese bichito. Si bien no sabemos cuándo van a estar disponibles el tratamiento y la vacuna contra el COVID-19, al menos conocemos el origen y algo de la evolución de los términos asociados con esta epidemia que tantos estragos ha causado alrededor del mundo

jueves, 23 de febrero de 2012

Sínico y Cínico

Hay confusiones sobre este par de palabras.

Pensé que "sínico" era incorrecto hasta que un día en Facebook alguien la usó con el significado de su parónimo. Entonces, como buen ratón de biblioteca, me di a la tarea de consultar el Tumbaburros de la Real Academia Española. Ahí dice que "sínico" (con "s") quiere decir "chino", perteneciente o relativo a China y se aplica a una cosa (no a una persona), por ejemplo, hay "sombrillas sínicas de papel" y algunos economistas hablan del "efecto sínico" en el precio de artículos producidos en aquel país del Lejano Oriente.

Por otro lado, "cínico" proviene del latín cynĭcus, y este del griego κυνικός y creo que todo el que haya tomado clases de filosofía en la prepa se acordará de la Escuela Cínica cuyo principal representante era Diógenes, el vago más genial de la historia, el mismo que le contestó al mismísimo Alejandro El Grande "Hazte p'allá que me tapas el sol" cuando éste le preguntó que si qué quería, que le podía pedir lo que fuera. Los Cínicos griegos creían que lo más virtuoso del hombre era vivir en contacto con la naturaleza, ser autosuficientes, con las cosas más sencillas, gobernándose a sí mismo; por lo tanto, despreciaban toda forma civilizada de vida. La gente, por su lado, pensaba que estos hombres vivían como perros, κυνός, de ahí el nombrecito. 


Otra anécdota para ilustrar: 

Diógenes tenía una vida sencilla y comía lo que la gente le regalara. Un día, Aristipo, filósofo, consejero del rey, lo vio comiendo un plato de lentejas. Aristipo se acercó a Diógenes y le dijo: "Mira, si trabajaras para el rey, no tendrías que comer lentejas". Diógenes respondió "Mira, Aristipo, si comieras lentejas, no tendrías que trabajar para el rey". Cobra mayor sentido la anécdota si sabemos que Aristipo fue alumno de Sócrates y fundador de la escuela cirenaica, que cultivaba el hedonismo, doctrina según la cual el hombre debía tender hacia el placer. Desde luego, ahora los cínicos son menos ingeniosos que Diógenes.

En fin, que sínico no es incorrecto cuando con tal adjetivo calificamos al horóscopo, muchos celulares, los autos FAW o las banderitas con las que celebramos el Día de la Independencia... sí, fíjese y muchas están hechas en China.

jueves, 2 de febrero de 2012

Lenguaje obsceno

Internet nos da la oportunidad de estar en contacto con el habla de prácticamente todo el mundo, incluyendo las obscenidades que se dicen sin piedad ni recato. Esto no nos lo pueden ofrecer los medios de comunicación tradicionales, que están sujeto a ciertos códigos. Recuerdo hace poco a un comentarista de radio que dijo que ya le había puesto letra a la tonadita silvada de los anuncios del gobierno federal de México pero que se la reservaba porque contenía "cosas que si las digo, nos cierran la estación".

Las obscenidades son aire fresco frente a una tele que se cuida de no decir ni pendejo, al menos de repente a alguien se le sale un "güey" o a Brozo un "pinche".

En este tenor es que he decidido escribir un breve glosario de obscenidades de América Latina, incluyendo México, donde yo vivo.

Cabrón: de uso generalizado en español, expresa a alguien que hace bromas pesadas o que resulta molesto (¡No estés chingando, cabrón!); es ilustrativo que también exprese a alguien astuto, habilidoso (Eres bien cabrón para las matemáticas). El DRAE sólo acepta esta última acepción para el hombre, pero las mujeres también pueden ser cabronas para cualquier cosa. Proviene de cabra, de la cual es el macho.

Cagar: de cacare, defecar. También quiere decir equivocarse, regarla, echar a perder algo. (¡La cagué en el examen!). Nótese que se usa con "la", que obviamente se refiere a la verga... lo demás lo dejo a la imaginación.

Chaqueta: originalmente es una chamarra o zamarra, proviene del francés jaquette. En México se usa como equivalente a paja, a los placeres de Onán, a jalarle el pescuezo al ganso. De aquí se deriva "chaquetero", alguien que se hace chaquetas o que le hace chaquetas a otra persona.

Chingar: viene de cingarar, palabra gitana que significa "pelear". Molestar, practicar el coito, coger, beber, comer... Para mayores referencias, favor de consultar el Chingonario de la editorial Otras Inquisiciones, un libro muy chingón.

Chupar: obviamente onomatopéyico, este verbo sólo se convierte en grosería cuando lo asociamos con el sexo oral. De chupar se derivó chupirul, que era una especie de paleta y que ahora se usa como eufemismo de verga o pene.

Coger: del latín colligere. En México y otros países de Latinoamérica, establecer relaciones sexuales, se usa como pronominal "cogerse": "Segismundo se cogió a Flor ¿tú crees?". Entre sus derivados encontramos cogelón(a), persona que le gusta coger. En nuestro país ya perdió el significado de "tomar"; acá no podemos "coger el bus", sino "tomar el micro".

Concha: proviene del latín conchula, en Sudamérica es sinónimo de "coño", parte externa del aparato genital femenino. En México, puedes comprar unas conchas en la panadería, pues son un tipo de pan; son populares las conchas Bimbo.

Coño: del lat. cunnus, vulva. Se usa también como expresión de enojo o frustración: "Tráeme la cuchufleta esa, ¡coño!".

Culo: del latín culus, conjunto de la dos nalgas. Curioso resulta que "enculado" significa enamorado, andar cacheteando las banquetas (Segismundo anda enculado con Flor) o enojado (Se enculó porque le chocaron el coche).

Follar: de follis, fuelle. Establecer relaciones sexuales, coger: "Segismundo se folló a Flor, ¿tú crees?".

Garchar: sin registro en el DRAE, se usa en algunos países de Sudamérica como "coger": "Segismundo se garchó a Flor, ¿tú crees?".

Guagüis o wawis: ausente también del DRAE, en México (no sé si se usa en otro países) significa sexo oral, pete (¡Qué rico guagüis!).

Guarro: de origen onomatopéyico, guarr imita el sonido de un cerdo, que es la primera entrada del DRAE; expresa a un hombre sucio y desaliñado, y por extensión, a alguien vil y despreciable.

Joder: del latín futuere, establecer relaciones íntimas, como dicen en la tele. También se usa, en algunas situaciones como "chingar": molestar (¡No jodas!), descomponer (¡Ya se jodió la grabadora!). Entre mis amigos y familiares joder es más suave que chingar: "No estés jodiendo" vs "No estés chingando".

Mamar: de mammare, amamantar. Como chupar, sólo es malsonante cuando la asociamos con el sexo oral (¡Mámamela, ándale!) o al engaño, la exageración o el chiste (¡No mames). Es el origen de mamón o mamada. Quienes quieren expresar la misma idea que "mamar" pero por recato no quieren usarla, prefieren "manchar" (¡No manches!).

Paja: del latín palea, caña delgada y seca, como la del trigo o la cebada. Chaqueta, masturbación, jalársela. Se usa con "hacerse". "Me hice una paja bien rica". Paja es el origen de pajero.

Pendejo: proviene del latín pectiniculus y éste de pecten, peine, e -inis, pubis, o sea, "peine del pubis". La primera entrada del DRAE es "pelo que nace en el pubis y en las ingles". En México se usa con el significado de "idiota" o "pusilánime"; en algunos países de Latinoamérica quiere decir "jovencito", "chico" o "adolescente"; allá sí se puede decir "¡Qué listo es ese pendejo!".

Pete: sesión de sexo oral, especialmente si es de una mujer hacia un hombre. En México decimos "mamada", "chupada" o "güaguis". De pete deriva "petero" o "petera", que es la persona que hace sexo oral.

Pija: en algunos países de Latinoamérica, "miembro viril", "pene". Es curioso que en México no sea malsonante esta palabra; puedes ir a la ferretería a comprar una pija, un tipo de tornillo.



Puto, a: Al principio, como muchos, pensé que era una contracción de "prostituta", pero dicen los que saben como María Moliner, que no es así, sino que proviene quizá, como el it. ant. "putto, -a", del sup. lat. vg. "puttus, -a", del clás. "putus", muchacho, -a, deriv. de "pusus" y éste de "púer". Recordemos que "púer" es niño en español. 


Verga: Cuando comencé a leer novelas clásicas, me salía una risita siempre que leía que tal o cual jinete le daba con la verga a su corcel, y es que originalmente, verga es una vara, del latín virga. Por su forma, tal como pepino y plátano (sin albur), adquirió el significado de pene; pero también por su función: castigar, golpear. Es curioso que muchas expresiones soeces que se refieren al acto coital o los genitales provengan de  palabras relacionadas con el castigo y los golpes. 


Aquí termina este breve vocabulario de palabrotas, expresiones soeces, maldiciones, groserías y vulgaridades de América Latina. Desde luego hay muchas más y espero que algún lector me ayude a enriquecerlo o corregirlo por si la cagué en algo o dije alguna chingadera.

sábado, 8 de enero de 2011

Curiosidades de la lengua

CHARPEAR

Cuando iba a la universidad de Guanajuato, en un cuento que escribía yo para un taller puse algo como “Fulanito saltó sobre el charco y charpeó a Sutanito”. Uno de mis compañeros preguntó que si qué era “charpear”; lo expliqué y que me sorprendió que nadie conociera el verbo, tan común en mi pueblo, Pénjamo, al suroeste del estado de Guanajuato.

En el DRAE, como es de sospecharse, no se encuentra “charpear”. Lo más cercano es “chapurrar” o “chapurrear”, cosa muy diferente. En un foro de Yahoo aparece la entrada: “¿ayuda eyacul4r si mancharme o charpear alos demas??”. Posiblemente alguien de mi pueblo publicó esta pregunta. En la embarazosa situación que plantea el usuario de Yahoo, yo utilizaría “salpicar”. Si sacudimos un pincel, salpicamos; pero si, como en mi cuento, Fulanito salta sobre un charco, charpea; charpeamos si manoteamos en una tina o si nadamos en una alberca… En otras palabras, “charpear” es más violento e implica mayor cantidad de líquido que “salpicar”. Bueno, quizás mi paisano del foro pecó de presuntuoso…

El término más cercano que he encontrado es “charpe”(no usado en Pénjamo) que en algunas regiones de México es “resortera” o “tirador”. Me gusta pensar que si tiramos una piedra sobre un lago con un “charpe” tratando de darle a los patos, charpeamos. De niño, creía que el término provenía del inverosímil verbo “charquear” (de “charco”). Quizá el término original sea “chapotear”, cuya tercera acepción en el DRAE es “producir ruido al mover las manos o los pies en el agua o el lodo, o al pisar estos.

Debo decir que también borré la palabra de mi cuento y debí sustituirla por “salpicar”, que es el término que más se acomodaba. Aunque el cuento no salió de los límites del taller al que asistía, espero que “charpear” salga de los límites de mi pueblo, bueno, por lo pronto ya está en este blog.